Si a los señores termodinámicos les pasó... por qué a mi no??
La temporada en la que pasó lo que pasó tambien quiero recordarla.
¿Nunca te ha pasado que el sol se te parte en dos? Es como cuando tenés un sueño –o creés tenerlo- y de repente descrubrís que no era uno, sino dos y que se confabularon contra vos para que no te dieras cuenta hasta que ya es demasiado tarde.
¿Pero sabés que es lo realmente curioso? Que cuando los descubrís, cuando los encarás, cuando los desenmascarás, decidís seguir los pasos de aquel que me recuerda los despertares de mi niñez y entonces te decidís a quitarte los zapatos, a volar –si sos de los que cuentan con la dicha de saber como hacerlo-. No es tan difícil volar. Lo que se necesita es una motivación (aunque no se tenga brillantina de esa que venden en el bazar).
Lo que no querés que nadie te diga es que el sol es sólo uno, no importa que vos lo sepás, no importa que vos lo creás ni que vos lo defendás. A veces sos capaz hasta de olvidar en que creés –si es que realmente creés en algo-.
A mi me pasó. Me pasó un día, o dos, o tres, no recuerdo. Lo que recuerdo es que me pasó. Mi sueño me escupió en la cara, se burló de mí. ¡Ja! ¡Que tonta! ¡Si te contara que yo creía que me estaba burlando de él!
Mi sueño durmió en mi vientre y creció sin que me diera cuenta. Una vez lo parí. Hasta durmió entre mis piernas. Hasta me arrulló en sus brazos. Hasta se escapó conmigo. ¡Ja, ja, ja, ja! una vez le hice un cuento, era de una nube y un grillo y un pintor.
Pintor… mi sueño era pintor. Entre pincelada y pincelada, se pintó dentro de mí. Con mi sueño fue que aprendí a volar. Cuando yo vuelo, lo hago a colores. Vieras que nadie me lo creé. ¡Ni mi propio sueño me creía! Puede ser por su afán de enseñarme a caminar. Yo nunca aprendí a caminar.
¡No te has dado cuenta! ¡Sigo hablando de mi sueño! ¡Como si fuera uno! Es que todavía no he querido despertarlo. ¡Pero te lo prometo! ¡Te prometo que lo voy a hacer! Y lo voy a hacer por él.
Y una vez que eso pase, cuando ya no sea un sueño, va a ser la más grande de mis realidades. Y yo sé que siempre hay dos realidades. ¿Verdad que vos también lo sabés? ¿Verdad que vos si me entendés? No me contestés…yo conozco tu respuesta, siempre la he conocido.
¿Te imaginás? ¡No voy a tener que dormir para ser feliz! Sólo voy a tener que vivir. Vivir en mis realidades y volver a soñar, pero está vez, con los ojos abiertos.
¿Pero sabés que es lo realmente curioso? Que cuando los descubrís, cuando los encarás, cuando los desenmascarás, decidís seguir los pasos de aquel que me recuerda los despertares de mi niñez y entonces te decidís a quitarte los zapatos, a volar –si sos de los que cuentan con la dicha de saber como hacerlo-. No es tan difícil volar. Lo que se necesita es una motivación (aunque no se tenga brillantina de esa que venden en el bazar).
Lo que no querés que nadie te diga es que el sol es sólo uno, no importa que vos lo sepás, no importa que vos lo creás ni que vos lo defendás. A veces sos capaz hasta de olvidar en que creés –si es que realmente creés en algo-.
A mi me pasó. Me pasó un día, o dos, o tres, no recuerdo. Lo que recuerdo es que me pasó. Mi sueño me escupió en la cara, se burló de mí. ¡Ja! ¡Que tonta! ¡Si te contara que yo creía que me estaba burlando de él!
Mi sueño durmió en mi vientre y creció sin que me diera cuenta. Una vez lo parí. Hasta durmió entre mis piernas. Hasta me arrulló en sus brazos. Hasta se escapó conmigo. ¡Ja, ja, ja, ja! una vez le hice un cuento, era de una nube y un grillo y un pintor.
Pintor… mi sueño era pintor. Entre pincelada y pincelada, se pintó dentro de mí. Con mi sueño fue que aprendí a volar. Cuando yo vuelo, lo hago a colores. Vieras que nadie me lo creé. ¡Ni mi propio sueño me creía! Puede ser por su afán de enseñarme a caminar. Yo nunca aprendí a caminar.
¡No te has dado cuenta! ¡Sigo hablando de mi sueño! ¡Como si fuera uno! Es que todavía no he querido despertarlo. ¡Pero te lo prometo! ¡Te prometo que lo voy a hacer! Y lo voy a hacer por él.
Y una vez que eso pase, cuando ya no sea un sueño, va a ser la más grande de mis realidades. Y yo sé que siempre hay dos realidades. ¿Verdad que vos también lo sabés? ¿Verdad que vos si me entendés? No me contestés…yo conozco tu respuesta, siempre la he conocido.
¿Te imaginás? ¡No voy a tener que dormir para ser feliz! Sólo voy a tener que vivir. Vivir en mis realidades y volver a soñar, pero está vez, con los ojos abiertos.
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