23 octubre, 2008

Me sabe como amarguillo

No lo gané, pero tampoco lo perdí. Creo.

Fue un obsequio. Realmente me ayuda. No lo solicité. Me hubiera gustado ganarlo.

¿Por qué no dejo que la vida me regale cosas?

¿Por qué insisto en valorar solamente lo que me he ganado con mucho (todo el) esfuerzo?

¿Soy malagradecida?

Creo que estoy equivocada.

Creo que estoy muy acostumbrada a exigirme mucho a mi misma y a no perdonarme por no ser: ¿Perfecta? ¿Más buena de lo esperado? ¿Lo suficientemente buena como para sobresalir?

¿Será por egocéntrica?

Es que ya no sé. ¿Será que me considero tan buena que no me perdono si fallo?

¿Falta de humildad?

¿Exceso de responsabilidad?

¿Arrogancia?

Dice Andrés que yo asumo que sé hacer las cosas que no necesariamente sé hacer y que me enojo cuando no las hago bien (precisamente por asumir que sabía lo que no sabía)

¿Presunción?

¿Vanidad?

¿Inmodestia?

Me siento llena de virtudes hoy

1 comentario:

Anónimo dijo...

quisiera obtener tu numero o dirreccion para visitarlos