Gris Oscuro

Tengo miedo.

Tengo miedo por muchas cosas.

Tengo miedo por mi futuro, mi tesis, mi trabajo. Hoy recibí una mala noticia esperada, lloré, ya estoy mejor.

Tengo miedo por los hijos que no tengo (y que no estoy segura de querer tener) ¿A qué se tendrán que enfrentar? Me gustaría que me mandaran un mail, o un telegrama, o una paloma mensajera... lo que sea... y me dijeran: “Sí mami, sí quiero nacer, te doy permiso de que me hagás. Yo sé que no va a ser fácil, que me voy a tener que enfrentar a la vida y todo lo que esto implica, pero yo sé que vale la pena. Sé que tal vez no tengás todo el tiempo para mi, y que papi tampoco, pero yo lo voy a entender y voy a disfrutar el tiempo que estemos juntos. Se que voy a tener que crecer, y enfrentarme a la vida sin vos, pero eso, en lugar de asustarme, me ilusiona a venir. Tranqui mami, vos tranqui, que yo te doy permiso”.

Tengo miedo por mi país... tengo tanto, pero tanto miedo. Tengo miedo de lo que le están haciendo, y de lo atada de manos que me siento al respecto. Tengo miedo de tanto poder en exceso, tanto poder que hasta consigue reelecciones, y presidencias, y persecuciones, y silencio de la prensa.

No me puedo sacar de la cabeza a Cantares, no puedo, esta canción me queda como anillo al dedo en este momento

“Mi Patria siempre fue sencilla, pero era mía
Hoy tan sólo nos quedan las fotografías
¿Quiénes te vendieron?, sin
Sin avergonzarse ¿Quién?
¿Quiénes te alquilaron?
Vamos a llamar las cosas todas por su nombre
¡Quienes se burlan del pueblo no se llaman hombres!
Son, son los que preguntan ¿qué se llama Patria?
La Patria es un pueblo que sueña y trabaja
En los corazones, tenemos memoria, tiempo
Ya despierta el tiempo para nuestra historia
Porque vamos a poner banderas en todos los montes
Para que al amanecer el mundo se asombre
Vamos por el bien, a creer la luz, como crece el pan
Para que nunca los hijos pregunten mañana
¿Dónde queda ese lugar que llamaban Patria?
¡Vamos!
Que somos un pueblo, que tenemos madre
¡Que no somos hijos de piedras y aire!
La Patria es sagrada, decían los mayores, perdió hoy
Hoy nuestra bandera perdió los colores
Pero vamos,
Nuestros abuelos dejaron de herencia
Una bandera tan limpia como su consciencia
¡Soy costarricense!
¡Tengo mi bandera!
Que sabe a café,
Que huele a sudor
A lluvia y a tierra”

Tengo miedo de tener miedo. Tengo miedo de lo negativa que me siento hoy. Realmente siempre he sido un poco pesimista. Esa típica pregunta de “¿Cómo ves el vaso: medio vacío o medio lleno?” siempre la contesté con un: “obviamente que está medio vacío, ¡dejate de payasadas!”

Hay días que me tengo que obligar a dejar ese cristal gris que decido usar para ver el mundo. Y pues el de hoy es, particularmente oscuro.

¡No quiero! Bueno, si quiero, pero no es sano...

Me encanta Debravo. Bueno, no creo que a alguien que lo haya leído no le guste (sí, yo sé que todo está muy desordenado, pero es que así están mis ideas ahora). Siempre tiene las palabras que describen lo que siento. Se las robo, me las hago mías y las vivo como si fueran mías:

Este sitio de Angustia

Uno quisiera siempre tener su mano amiga,
su buen pan compañero, su dulce café, su
amigo inseparable para cada momento.
Quisiera no encontrar un solo fruto amargo,
una casa sangrando, un niño abandonado,
un anciano caído debajo del fracaso.

Pero a veces los días se ponen grises,
nos miran con miradas enemigas,
y se ríen de nosotros,
se burlan de nosotros,
nos enseñan cadáveres de jornaleros tristes,
de muchachas vencidas, de niños sin tintero.

Se mira uno las uñas, como haciéndose viejo,
encoge las rodillas para no perecer,
y nada, nada bueno agita las campanas,
nada bueno florece en los hombros del mundo.

Entonces es que uno llama al apio y le dice,
llama al rábano amargo y le dice también
que esta corteza de hombre debe ser un castigo,
un paisaje maldito donde el hombre no quiere,
no soporta vivir porque le sorben la sangre,
porque le chupan sangre hasta dejarlo ciego.

Es entonces que uno –cuando mira los puentes
y los halla cerrados, cuando toca los frutos
y los halla podridos, cuando mira hacia el cielo
y lo encuentra colérico y cuajado de muerte-
es entonces, repito, que la piel no nos sirve,
el alma nos maltrata como un colchón de agujas,
y maldecimos este cascarón fracasado,
estos ojos de hombre y estos zapatos de hombre!