24 agosto, 2009

De pertenencias

"No soy de aquí, ni soy de allá
No tengo edad, ni porvenir
Y ser feliz es mi color de identidad"


No es la sensación de que algo me pertenece lo que me anda dando vueltas, es el rollo de yo pertenecer a algo.

Y seguro que a todos nos pasa, pero esa sensación de encajar dentro de algo –con excepción de mi familia- nunca la he sentido y –realmente- nunca me ha (¿había?) importado.

Siempre he sido solitaria, y he disfrutado mi soledad. Y he sido feliz en mi soledad. Creo. Me hace sentir segura.

Nunca he dejado que un(a) amigo(a) llegue hasta adentro. Por miedo, al rato. La parte “buena” del asunto: nunca me he sentido realmente engañada, decepcionada o algo similar por “compas”. Nunca dejé que fueran tan importantes.

“Es que yo me canso rápido de la gente” suelo decir. Quien quita y sea más bien que me alejo por temor de que se cansen de mí.

Solamente a Andrés le abrí la puerta… y la ventana... y le ofrecí una silla… y… en fin. Por eso –creo yo- junto a él sentía esa sensación de estar “en casa” como haber encontrado “el hogar”. Y creo que eso es lo que más extraño.

Porque a veces es rico, aunque sea por un ratito, sentir que sí se es de aquí… o de allá.

1 comentario:

Kri§ dijo...

Sí, a veces es rico sentir que uno es parte de algo, aunque sea de una foto en el mueble de alguien.

Sin embargo todo tiene un tiempo, y a veces, también debemos saber disfrutar el no ser parte de ningún lugar, solo de pertenecernos a nosotros mismos y a Dios.

Un abrazo nena.