Siete de algunos

“Hoy la vi
y tenía un rostro ajeno al que yo amaba,
el que dan
unos años de no ser feliz”

“Hoy la vi
y recordé la historia de un pedazo de mi vida
en que abrí
la primavera bruta de mis años al amor”

Eso pasa cuando uno se da chance de pensar en “nada”. Puede llegarte cualquier cosa a la cabeza. Y pues llegaron, llegaron los innombrables.... los que “un día fueron y ya no serán” Los amores pasados.

No estoy segura si fueron amores.... pero fueron... y fueron para siempre.

No aparecieron en el mismo orden en el que llegaron a mi vida, creo que tampoco en el orden de importancia, pero ahí van algunos propios y otros prestados:

• El rejuvenecedor: Es el que te devuelve en el tiempo. Obvio que es menor que vos, por lo que te hace sentir de nuevo como en los 15: sin compromisos reales, ni responsabilidades reales, cuando se piensa que todo es posible y que tenés todo el tiempo del mundo para cumplir tus planes. Las salidas son donde él pueda pagar (pagar lo que él se come): La Mc, BK... si le sobró platilla de la que le dan para ir a la U se puede ir a Pizza. De sobra decir que el tipo es súper intenso y apasionado, no te da tiempo de aburrirte hasta que aceptás que sus historias del colegio y sus aventuras del pretil no son el mejor tema de conversación.

• El envejecedor: Divorciado, o “soltero maduro”. Te dice “mi reina” y te trata de conquistar igual que conquistó a su primera esposa. Va por vos a la U después del examen del sábado en la tarde, se toman un café, se fuman un cigarro y dan tiempo a que sean las 8 para ir al teatro, luego a cenar y después a la casa porque “mañana es domingo y me tengo que levantar temprano porque me toca pasarla con mis hijos”

• El prohibido: No, no es el más rico. No sé quien inventó esa mentira. Con este se acostumbra uno a planear una salida con dos meses y medio –como mínimo- de anticipación, consiente de que se puede cancelar, aplazar, o suspender en cualquier momento. Eso de andarse escondiendo, inventando historias para justificar las salidas, diciéndole siempre a tu abuelita: “no, yo ahorita no tengo novio”. Tampoco me gustó eso de celebrar cumpleaños dos semanas después. Este particularmente se acabó cuando soñé que la esposa estaba embarazada...y mi sueño resultó premonitorio....

• El hijo de una madre que no te quiere: A veces creo que uno no lo termina solo para poder joder más a la vieja metiche. Eso de aguantar que llamen al mae 45 veces al día, que siempre te comparen con la ex novia (que si le alistaba de comer y le pedía consejos a la suegra de cómo ser mejor novia), que seas una acosadora, manipuladora, oportunista, indecente, libertina, (...) y que el cabrón cobarde y mamitas del chavalo no te defienda.

• El hijo de una madre que te quiere: Y en algunos casos te quiere más que el mismo hijo. Sos casi la hija que nunca tuvo. Invitada a todas las actividades de la familia. Me pasó que quería tanto que siguiera con el chamaquito que mentía por él: “Ah sí salió, pero me dijo que si vos llamabas que te dijera que te quería mucho”... Ok....

• El cibernético: Este es el más patético de todos. Bueno, no sé.. lo estoy dudando. Te hace pensar que naciste en el lugar equivocado, que la vida es muy injusta al ubicarte a vos en Costa Rica y al hombre perfecto en el extremo sur de la Conchinchina Oriental (o más allá). Planificás el tiempo, para coincidir y poder decirle cuanto lo extrañás (porque no da tiempo para conversar de nada más). Al final todo se acaba porque el Conchinchinense te rompió el corazón al hacerse de una novia de su país y se convierte en un mentiroso desgraciado (aunque vos hallás hecho lo mismo acá)

• El ocasional: Pasás meses sin verlo.... y de repente aparece en una fiesta a la que te invitaron. Un par de miradas son suficientes, ya los dos sabemos como va a terminar la salida. Mucha pasión, pero nunca la suficiente para que dure más de una noche.

“Desperté la mañana en que no pudo ser,
no sin antes jurar que si no era contigo, jamás,
que esta herida me habría de matar,
y heme aquí ¡que destino!
que ni el nombre tuyo pude recordar”