Iba en la mañana a una entrevista. Me subí en el bus y busqué un asiento "seguro", de esos en los que a la par no va una señora con chiquitos, ni un tipo cochinote ni nada de eso. Me senté en el asiento que en lugar de estar viendo hacia la carretera está viendo hacia el chofer (esos en los que uno queda perpendicular a otras dos personas), y en los dos asientos vecinos iban un señor mayor (podría tener por ahí de 75-80 años) y-quien yo creía- su nieta, una chiquilla muy linda.
Cuando me subí, el señor le conversaba a la muchacha, eso me causó confianza. La cosa es que me siento, y voy pensando en mis cosas, y el señor le seguía conversando a la muchacha. Ella casi que no le contestaba, solo con monosílabos, entonces yo pensaba: "Pucha, que chiquilla más grosera, así no se trata a una persona mayor, no importa que no sea un familiar... y peor si es un familiar.... y bla, bla, bla...."
A ratos me despistaba de lo que pasaba, me iba para San Carlos, hasta que, de un solo, me trajo de vuelta el señor, me tocó el brazo, y me dijo: "Disculpe, señorita, le puedo conversar un momento".
A mi me dio lástima; pensaba yo: "Pobrecito el señor, sólo quiere conversar, y esa grosera no le da pelota". Casualmente, casi siempre que voy en un bus, o hago fila en un banco o en donde sea, alguien me empieza a hablar, por lo general personas mayores, o señoras, tons no me pareció algo extraño que el señor este me empezara a conversar.
- Por supuesto señor, dígame
- ¿Usted no conoce de alguien que quiera comprar una finca, es allá en las Mercedes?
Me sacó de base el señor, no esperaba algo así, y pensé: "¡Ay! pobrecito, este señor dando esa información a una desconocida, en un bus, ¡que confiado!, por eso es que escogen a las personas mayores para estafarlas, bla, bla, bla...."
- Uy, no señor, yo no conozco a nadie, disculpe
- Son dos manzanas, están bien cuidadas
- Pues sí, pero es que yo no conozco de nadie que quiera comprar algo
- Usted no me lo va a creer, y le entiendo si no me lo cree, pero yo veo en usted a una persona seria, en la que depositaría MI TOTAL CONFIANZA
No sé si sería el tono con el que lo dijo, o algún gesto que ahora no recuerdo, pero ahí empecé a verlo de manera distinta y mi tono de vos cambió de manera significativa (de chiquilla buena a mujer antipática).
- No conozco a nadie
- ¿Y usted no sube al centro?
- No, yo casi nunca subo
-Ah, es que a mi me gustaría que, tal vez, un día, nos tomáramos algo, es que yo veo que usted es una persona seria, bla, bla, bla...
Ok... ahí si se acabó, pasó de viejito conversador a viejo verde.
- No señor, yo siempre estoy muy ocupada, no tengo tiempo y además no le puedo ayudar en lo que usted necesita
- Pero tal vez un día, que salga temprano, bla, bla, bla.....
- No señor, yo no tengo tiempo y como le dije, no le puedo ayudar
- Ah, entonces mejor ni le pregunto su nombre, ¿verdad?
- No señor, no le encuentro sentido, no le puedo ayudar y no creo que lo vuelva a ver
- Pero es que uno puede coincidir, y por supuesto que si yo la veo la reconocería... pero para saludarla...
- No señor, no creo que nos encontremos de nuevo
Me alejé lo más posible del asiento del señor, me dediqué a ver por la ventana, en dirección contraria a la cara de él.
Al rato me toca de nuevo el hombro (esta vez me dio asco y creo que se me notó en la cara) y me pide que le indique el lugar en el que se tenía que bajar.
Se lo indiqué y se bajó.
- Que dios la acompañe
No le pude contestar, era una mezcla entre enojo, asco y lástima...
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